lunes, 28 de enero de 2013

Fobias

Hoy hemos celebrado la cuarta sesión de la "Escuela de familias", dedicada a profundizar en las fobias. Dicha ponencia ha sido impartida por Dº Antonio Romera Lao.
Os dejo con un resúmen de la misma.
 
 
El miedo y la fobia

Tener miedo ante situaciones extrañas o peligrosas no sólo no es malo,

sino que es inevitable. Va en ello nuestra integridad tanto física como psicológica.

Forma parte de nuestro instinto de conservación.

Pero además, la educación que hemos recibido y que transmitimos a

nuestros hijos va en esa misma línea, que aprenda a protegerse de los peligros

que acechan a nuestro alrededor. El niño oye hablar, desde su más tierna infancia,

de miedo, de que el hombre del saco se lo llevará si se

porta mal o no come, de la bruja que castiga a los niños, de

multitud de personajes desagradables a la sensibilidad

infantil. Estos comentarios son asociados con frecuencia

a las cosas cotidianas de la vida diaria: pasillo de la casa, la

habitación oscura, la película de la T.V. etc.

Como consecuencia de todo ello, se producen en

el niño aprendizajes erróneos que dotan de miedo a

situaciones normalmente neutras y sin peligro.

La fobia puede definirse como un temor

persistente e irracional

a un objeto, actividad o situación específicas, que da

lugar a un deseo imperioso de evitar el objeto, de escapar de la actividad o la

situación temida.

Se caracteriza por un miedo extremo a objetos o situaciones específicas

que poseen poco o ningún peligro en la realidad. Es un miedo subjetivo que se

puede expresar como temor, nausea, transpiración y sentimientos de pánico.

Evolución de los miedos en función de la edad

0 a 6 meses:

Los niños al nacer tienen pocas respuestas de miedo pero

intensas, ante un ruido fuerte y repentino, la pérdida de sustentación o una

estimulación muy intensa, como un fogonazo.

6 meses: Desarrollan el miedo a los movimientos repentinos en su periferia y a

las alturas.

1 año: El miedo a los extraños y a la novedad.

2 a 4 años: Desaparecen los miedos anteriores. Aparece el miedo a los animales,

al agua y a las tormentas.

4 a 6 años: Miedo a la oscuridad, catástrofes, seres imaginarios como brujas o

fantasmas. Miedo a animales, como a insectos

Puede ser una etapa de muchos temores, temiendo también a las tormentas, truenos,

espacios abiertos, cerrados, a la muerte, a los desconocidos.

6 a 9 años: Miedo al daño físico, al ridículo por ausencia de habilidades escolares,

deportivas o sociales. También a la oscuridad y a quedarse solos. Tienen muchas

pesadillas porque liberan la tensión del día en la noche y aparecen

sus temores reprimidos. Menos comunes son el aprender a leer,

el miedo a los desastres naturales, ladrones, o terroristas...

9 a 12 años: Miedo a accidentes y enfermedades, a catástrofes,

miedo a conflictos entre los padres, o al mal rendimiento escolar.

A la oscuridad, y al temor que sigue tras ver una película con

escenas violentas.

Clasificación

Miedo por separación


Es aquel que sufren los niños cuando son separados de sus padres. Es uno

de los temores más consolidados de la especie humana por su valor de

supervivencia, ya que la soledad convierte a los niños en presas fáciles.

La actitud de los padres es fundamental para la evolución de este tipo de miedo.

Aquellos que muestran ansiedad ante la separación de sus hijos, acaban por

contagiarles.

Miedo a los extraños


Es un miedo presente en todas las culturas y países. La respuesta dependerá

de la situación y sobre todo de la conducta del extraño. Los niños se asustan cuando

se les presenta un objeto al que no están acostumbrados, como un rostro

desconocido. Suelen reaccionar con la interrupción de la sonrisa, desviando la
mirada y rompiendo a llorar.

Miedo a la oscuridad


Suele aparecer en torno a los dos años. Se pone en funcionamiento por

la noche cuando llega la hora de acostarse. Se asocia con diferentes tipos de

miedo, como seres malvados imaginarios, monstruos, ladrones, soledad,

separación, etc. Las pesadillas y los terrores nocturnos

suelen aparecer como trastornos de sueños asociados
Miedos escolares
La escuela es el lugar donde los niños pasan la

mayor parte de su tiempo, teniendo todo tipo de

experiencias, positivas y negativas. Estas últimas son las

que se refieren a los temores escolares. El rechazo al

colegio es uno de los miedos más incapacitantes pero que

afecta a una minoría de niños.

.

Tratamiento


Los miedos se superan cuando los niños se enfrentan a aquello que temen

y comprueban que no les sucede nada malo. El tratamiento consiste básicamente

en enfrentar al niño a aquello que teme.

Los padres pueden ayudar a sus hijos con sus miedos. Éstas son algunas

estrategias que
no hay que utilizar:

*NO RIDICULIZAR:

Los niños se sienten realmente inseguros y

necesitados de cariño y comprensión. Si un niño se muestra temeroso ante

cualquier situación, no hay que ridiculizarlo por muy absurdo que sea, ni llamarlo

cobarde o infantil. Para que el niño crezca sin miedos, se le obliga a enfrentarse

a sus miedos llamándolo “marica, bobo o miedoso”. Esto no lo ayuda, y puede

que no lo vuelva a contar aunque lo siga sintiendo.

*NO OBLIGAR A ENFRENTAR AL MIEDO:

No hay que obligar

al niño a afrontar el miedo en solitario, y acompañado, hacerlo a su ritmo. Por

ejemplo, no hay que hacer que entre en una habitación a oscuras si no quiere

hacerlo. Esto le provocaría más ansiedad y alargaría el miedo. Además el

sentimiento de no ser capaz de afrontar la situación no lo dejará sentirse

orgulloso de sí mismo y se valorará poco.

*NO DAR DEMASIADA IMPORTANCIA:

Si cada vez que veis un

perro, el padre se interpone entre el niño y el animal e insiste en que lo defenderá,

el niño creerá que todos los perros son realmente peligrosos y no
podrá superar su miedo. Tampoco hay que estar todo el día hablando de su

miedo y que en todas las conversaciones surjan sus temores.

*NO IGNORARLO:

Si ignoras por completo el temor del niño, se sentirá

perdido y solo. No encontrará la forma de enfrentarse con el problema y

percibirá desinterés y falta de atención y cariño.

Lo que
es importante hacer es:

*DELIMITAR LA CAUSA DEL MIEDO:

Hablar con el niño de sus miedos.

Si se puede dividir el miedo en pequeñas parcelas será más fácil superarlas y

obtener pequeños logros y superaciones parciales.

*QUITARLE IMPORTANCIA:

Hablar con el niño de las situaciones que lo

han asustado y restarle importancia pero sin ignorarlas. A

veces, el miedo puede ser tan intenso que el niño no

quiera atenerse a razones mientras está sometido al

estímulo. En estos casos, será bueno buscar otros

momentos del día, cuando esté más tranquilo y poder

reflexionar sobre ello y obtener toda la información

posible sobre lo que le asusta.

*ENFRENTARSE JUNTOS AL PROBLEMA:

Si el

niño no es capaz de hacerlo solo, intentar enfrentarse

con él para que pueda comprobar que realmente no pasa

nada. Si no quiere entrar a oscuras en su habitación, darle

la mano y entrar junto a él, por ejemplo.

*INVENTAR, DISTRAER:

Distraer al niño, porque a veces el miedo puede

desaparecer. En el caso de la oscuridad, inventar juegos de espías con linternas o

esconder tesoros de piratas para buscarlo juntos. Si así pasa por lugares oscuros,

decirle al niño lo valiente que es, y hacer notar que no ha pasado nada de lo que teme.

*PREMIAR EL ESFUERZO Y EL LOGRO:

Cada vez que avance un

poquito en la superación del miedo, alabar su valentía y su decisión. Esto lo

animará a seguir intentándolo y le dará más confianza en sí mismo.

*DAR INFORMACIÓN VERAZ:

Los temores pueden darse por

desconocimiento y por falta de información. Es muy conveniente que avises al

niño, y se prevenga de lo que va a suceder para que no lo coja por sorpresa, y

sepa a qué atenerse cuando se presente la situación potencialmente estresante.